La fiesta cristiana más antigua y más importante es La Pascua de Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. Su origen se remonta el tiempo de los Apóstoles. Pero esta fiesta, que recuerda y actualiza lo que se llama Misterio Pascual, evoca y encierra la Pasión, la Muerte, la Sepultura y la Resurrección de Jesucristo, momentos culminantes de su misión salvífica, de su obra redentora, se prolonga en la Eucaristía del Domingo, que es uno de los distintivos que caracterizan a los buenos cristianos. La Eucaristía o Misa de cada Domingo es como una Pascua semanal. Así lo entendían y así lo vivían aquellos 49 mártires de Abitinia, en el norte de África, que murieron en el año 304, durante la persecución del emperador Diocleciano, que había prohibido a los cristianos reunirse para sus celebraciones. Ellos declararon que no podían vivir sin la Eucaristía del Domingo. No basta ir a Misa los Domingos; pero tampoco se es buen cristiano si se falta, sin motivo, habitualmente a la Misa Dominical.
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