Año nuevo ... un paso adelante

Acabamos de estrenar un año, 2020. Un nuevo año es como una nueva oportunidad en la vida. Se ha dicho que el tiempo es oro. Así es si se usa bien; si se usa para hacer el bien. Hacer el bien tratando de mejorar cada uno personalmente y aportando de ese modo nuestro granito de arena para la construcción de un mundo mejor. Si tú eres mejor, el mundo ya no es tan malo. Si muchos procuramos ser mejores, el mundo es mucho mejor. Aquello de la gota de agua de la que hablaba la Madre Teresa de Calcuta, que no hace un mar, pero sin ella el mar tendría menos agua...

Se trata de avanzar, de progresar, en ese progreso al que se refiere el Papa Pablo VI en su encíclica El desarrollo de los Pueblos (PP), cuando habla de progreso integral. Dice Pablo VI:
El desarrollo, el progreso, no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo hombre. (PP, 14)
A todo el hombre, significa que el progreso, el avance, la mejora, ha de abarcar a todas las facetas, a todas las dimensiones, de la vida humana. En lo material y en la espiritual. En lo que tiene que ver con el trabajo, los salarios, la vivienda, la sanidad, la educación, etc. y también en lo referente a la libertad religiosa, formación religiosa, facilidades para vivir y para manifestarse, en privado y en público, de acuerdo con las propias convicciones religiosas. En definitiva, para avanzar en esta dirección es necesario poner en práctica lo que significa esa palabra tan de moda, pero poco practicada: empatía, que significa ponerse en lugar del otro, y tratarle como nos gustaría que nos tratasen a nosotros si estuviéramos en sus circunstancias. Es lo que ya había dicho Jesús cuando enseñaba:
Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros

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