Las Bienaventuranzas

Con ellas inicia Jesús lo que podemos llamar su discurso Programático (Mt. 5, 3-12; Lc. 6, 20-23). El Papa Francisco ha hecho un comentario muy sencillo y muy práctico de las Bienaventuranzas que iremos transcribiendo en en esta y en sucesivas entradas del blog. Empecemos por la primera:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos

Comentario del Papa:
El Evangelio nos invita a reconocer la verdad de nuestro corazón, para ver dónde colocamos la seguridad de nuestras vidas. Normalmente el rico se siente seguro con sus riquezas, y cree que cuando están en riesgo, todo el sentido de su vida en la tierra se desmorona... Las riquezas no te aseguran nada. Es más: cuando el corazón se siente rico, está tan satisfecho de sí mismo que no tiene lugar para la Palabra de Dios, para amar a los hermanos ni para gozar de las cosas más grandes de la vida. Así se priva de los mayores bienes. Por eso Jesús llama felices a los pobres de espíritu, que tienen el corazón pobre, donde puede entrar el Señor con su constante novedad.
A continuación, el Papa formula unas preguntas, invitando a una revisión de vida, a un examen de conciencia:
¿Es Dios la principal riqueza de mi vida?¿Pongo en Él mi seguridad?¿Confío en Él y estoy abierto a su voluntad?¿Hay otras riquezas que seducen mi corazón y ocupan el lugar de Dios?¿Intento vivir un estilo de vida sencillo y austero?¿Soy capaz de renunciar a gastos suplerfuos?
Son preguntas con mucha miga

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