Los buenos padres, que son la inmensa mayoría, desean lo mejor para sus hijos, y los padres sinceramente creyentes, entre lo mejor, ponen el ser creyente, la fe, y por ello, procuran transmitírsela, no imponérsela, con sus palabras y sus ejemplos. Que no se trata de obligar a creer, sino de motivar para creer... Bien; pues ése era el caso de Tobías, quien, a modo de testamento, le dice a su hijo, cuando nota que la muerte está llamando a la puerta:
No hagas a otro lo que a tí no te agrada. Da tu pan al hambriento y tu ropa al desnudo. Pide consejo al sensato y no desprecies un consejo útil. Bendice a Dios en todo momento y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos (Tob. 4, 16-17, 19-20)Así pensaba y así aconsejaba a su hijo, Tobías, piadoso israelita, en el siglo II antes de Cristo.
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