LA FAMILIA, GRAN GIMNASIO

Podemos decir que un gimnasio es un lugar de entrenamiento para estar en forma. Quizá por ello se inspiró el Papa Francisco para hablar del hogar como lugar de entrenamiento para afrontar la vida en cristiano; y concretamente en lo referente al perdón mutuo. Dice el Papa: "La familia es un gran gimnasio de entrenamiento en el don y en el perdón recíproco sin el cual ningún amor puede ser duradero. Sin entregarse, sin perdonarse, el amor no permanece, no dura. En la oración que él mismo nos enseñó -el Padrenuestro- Jesús nos hace pedir perdón al padre; porque "Si perdonáis a los demás sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre" (Mt, 6,12. 14-15). No se puede vivir sin perdonarse o, al menos, no se puede vivir bien especialmente en familia. Cada día nos ofendemos unos a otros... Lo que nos pide es curar inmediatamente las heridas que nos provocamos; volver a tejer de inmediato los hilos que rompemos en la familia. Si esperamos demasiado, todo se hace más difícil. Y hay un secreto sencillo para curar las heridas y disipar las acusaciones. Es este: no dejar que acabe el día sin pedirse perdón, sin hacer las paces entre marido y mujer, entre padres e hijos entre hermanos y hermanas, entre nuera y suegra. Si aprendemos a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, se sanan las heridas, el matrimonio se fortalece y la familia se convierte en una casa cada vez más sólida. No es necesario dar un gran discurso, sino que es suficiente una caricia... Es precisamente recibiendo el perdón de Dios cuando somos capaces de perdonar a los demás" (Palabras del Papa en una Audiencia General).

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