La última palabra

Ante la muerte de una hija joven, en acto terrorista, el padre, hombre cristiano, decía que lo único que lo consolaba en aquellas circunstancias era saber que la última palabra la tiene Dios y que Dios tiene palabras de Vida.
Efectivamente, eso era lo, que más de una vez había afirmado Jesucristo, Hijo de Dios que vino al mundo para salvarnos. Por ejemplo en Betania cuando resucitó a Lázaro: "El que cree en mí no morirá para siempre" (Jn. 11,25).
La muerte, vista con ojos de de fe, es como un paso de frontera: atrás queda la ciudad terrena; delante, una nueva vida, plena y definitiva. Esa vida de la que el Libro de Apocalipsis dice que allí no habrá dolor, ni llanto, ni muerte, "porque el primer mundo ha pasado". Por eso el célebre arquitecto español, Dr. Fisac, autor, entre otras muchas obras, de la iglesia nueva de Santa Cruz (Liáns-Oleiros) decía en una ocasion, respondiendo a una pregunta de un periodista, que él no sería nunca un muerto, "porque creo en la RESURRECCIÓN". Eso mismo dejó escrito es una especie de testamento la monja francesa Madre Alicia Aimee, carmelita (1896-1976). He aquí la transcripción de ese testamento (Poema):
"Qué acaecerá en el otro extremo, cuando todo para mí haya caído en lo eterno, no lo sé.
  Creo con fe certera que un amor me espera.
  Sé que entonces tendré que hacer, pobre y sin pesas, el balance de mí.
  Más no creáis que desespero, Creo, y de qué manera, que un amor me espera.
  Cuando muera no lloréis; es un amor quien me lleva. Si tengo miedo - y por que no?-recordarme con piedad sincera, que un amor me espera. Totalmente me abrirá a su gozo, a su luz.
  Sí, Padre, vengo a ti en la brisa, que viene y va ligera hacia tu amor, tu amor que me espera".
Todo esto viene a cuento teniendo en cuenta que estamos celebrando la más importante de las fiestas cristianas: LA PASCUA.  Y hablar de Pascua es hablar de resurrección; es hablar de Vida más allá de la muerte. ¡ALELUIA!

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